La familia tiene una memoria.
Lo que de ella sale a la luz, es un regalo para nosotros.
Bert Hellinger
En la familia hay personas que nos recuerdan antepasados por algunas características físicas, como los ojos, las manos o incluso la manera de andar. También podemos identificar otros aspectos, como el carácter (cariñosa, amable, familiar o introvertida, huraña o incluso déspota). Hay también personas con poco vínculo con la familia o que no encuentran su lugar en el sistema familiar, o bien repeticiones de patrones desfavorables, como pueden ser personas propensas a ser negativas ante la vida, depresivas, con tendencia al juego, a la bebida o drogadicción.
¿Qué es y para que sirve?
Es un método creado por Bert Hellinger, para restablecer el equilibrio y la orden en un sistema.
Define tres principios necesarios para el buen funcionamiento del sistema llamados Órdenes del amor:
– Pertenencia: nadie que pertenece por derecho al sistema puede ser excluido.
– Jerarquía: cada individuo tiene su lugar en el sistema en función de un orden de llegada y jerarquía.
– Equilibrio al dar y recibir: es necesario un sano equilibrio en el hecho de dar y recibir en las relaciones, excepto en el caso de padres e hijos donde no es aplicable.
La finalidad es recuperar el equilibrio en el sistema, reconociendo las situaciones entre los individuos que alteran los mencionados órdenes, ya sea por situarse en un lugar que no les corresponde, haber sido excluidos del sistema o no respetar el equilibrio entre dar y recibir.
También es aplicable a otros sistemas como equipos de trabajo o enfermedades individuales.
¿Cómo funciona?
Las sesiones pueden hacerse de forma individual o en el marco de un taller experiencial con otras personas. El cliente explica brevemente el motivo de la consulta, aquello que le preocupa o le hace sentirse mal. Puede explicarlo en privado al facilitador antes de iniciar el taller. En función de lo que considere más adecuado en cada momento, el facilitador de la constelación indicará al cliente que escoja entre los asistentes a alguien, que pasará a representar alguna persona o aspecto relacionado con el caso. Una vez seleccionadas las personas iniciales, se los sitúa en la sala en el lugar que el cliente siente, obteniendo así una primera imagen de la posición de los representantes.
A partir de ahí, los representantes se dejan llevar por los movimientos, libres de ninguna intención y voluntad, que van sintiendo. El facilitador observa los movimientos que provienen del campo, quien también indicará al facilitador si hay que añadir alguna persona o si es conveniente expresar alguna frase sanadora que sea necesaria para algún representante, con el fin de generar movimientos orientados a restablecer el equilibrio en el sistema.