Nuestro cerebro es una estructura de 1,4 kilogramos aproximadamente, y está formado por millones de neuronas y terminaciones nerviosas, que dirigen, controlan y regulan las diferentes funciones de los sistemas voluntarios e involuntarios de nuestro cuerpo.
Ya en el inicio de la vida, el cerebro empieza a registrar información de cualquier imagen, sonido, palabra, sensación, gusto y olor. Estas experiencias se van archivando y convirtiendo en la base de nuestro sistema de creencias y junto con las creencias heredadas de nuestros antepasados, forman nuestro no consciente.
Se entiende la mente no consciente como un reservorio de todas las experiencias adquiridas durante la vida, aprendizajes, costumbres, impulsos, motivaciones, necesidades que forman parte de la persona y permiten el funcionamiento automático de innumerables conductas cotidianas que posibilitan la interacción con el mundo, junto con todos los patrones de supervivencia y las creencias ya heredadas.
Cuando vivimos una experiencia particularmente angustiosa o traumática, nuestro cerebro puede empaquetar y guardar en el no consciente todas las circunstancias para evitar el sufrimiento que puede representar recordarla.
Esto hace que se mantenga toda la información en una red neuronal, desconectada de las redes de memoria que pueden contener información adaptativa.
Estos recuerdos almacenados de forma disfuncional son la base para respuestas no adaptativas, puesto que la percepción de las situaciones actuales quedan enlazadas automáticamente con redes de memoria asociadas de las que no somos conscientes.
También se encuentran en el no consciente todas las memorias y mecanismos heredados de adaptación, defensa o supervivencia, y que son necesarios y útiles en un momento o entorno concreto, pero que en otro momento o entorno pueden resultar limitadores o des-adaptativos.
No podemos cambiar el pasado, solo podemos cambiar la interpretación y el recuerdo que conscientemente tenemos y que puede modificarse con el paso del tiempo.
El mecanismo del cambio es la incorporación de información adaptativa, mediante la asociación con la información ya almacenada a nuestro cerebro.